Solo unas decenas o una “cincuentena” de personas, según el medio de comunicación que se consulte, se reunieron la tarde de ayer lunes en la plaza de Sant Jaume de Barcelona, para condenar los atentados de París y demostrar su pésame al pueblo francés tras la matanza islamista de hace tres días. Organizada por la asociación de Comunidades Islámicas de Catalunya, solo ha reunido a cincuenta personas, la mayoría de ellas de origen español: el teniente alcalde de origen argentino Gerardo Pisarello (el de la patética guerra de banderas de La Mercé), la consejera de “Governació” en funciones Meritxell Borràs o el también español Joan Tardà, de ERC. Multitudinaria, desde luego, no ha sido; hasta AN-Alianza Nacional en Barcelona reúne más gente.
Se ve que en Barcelona hay pocos musulmanes moderados interesados en asistir a este tipo de concentraciones. De un total de 292.586 musulmanes residentes según el padrón municipal en la provincia de Barcelona, solo han asistido cincuenta, probablemente 30 o 40 étnicamente árabes, ya que a la reunión han asistido varios políticos, representantes institucionales y representantes de ONGs. Recordemos que la concentración estaba convocada por la Fundación “Nous Catalans”, generosamente subvencionada por la Generalitat y el gobierno central: curiosamente, ayer lunes asistió más gente a la manifestación del “Sindicato de Manteros inmigrantes” en el barrio del Raval, a favor de la venta ambulante, sobre todo senegaleses, más preocupados en mantener la convocatoria que en desconvocarla para otra fecha y unirse a la concentración de repulsa. 250 manifestantes en total, frente a los 50 “islamistas moderados”, y eso que estaba previsto que la “manifa” de manteros acabase en la plaza de Sant Jaume, justo a la hora del comienzo de la concentración de “Nous Catalans” (digo yo que los senegaleses se irían de cañas, o a casa a ver TV3)…
Este es el estado de salud del islam “moderado” en Catalunya: apenas cincuenta personas. Aunque desde aquí mando todo mi respeto para aquellos musulmanes anónimos que, voluntariamente, se han desplazado hoy de sus casas hasta la plaza de Sant Jaume para condenar el terrorismo de ISIS -dudo muy sinceramente que sean más de tres o cuatro familias-, me queda muy claro que la cifra es a todas luces insuficiente. Preocupantemente insuficiente, diría yo; sobre todo si desde todos los medios de comunicación se quiere lanzar, al unísono, el discurso de que el Islam es una religión “de paz”, frente al “Allà Akbar!” de muchos imanes radicales establecidos en varias mezquitas dispersas por toda Catalunya (214 en total, la mitad de ellas salafistas, y por ello, aún más peligrosas).
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