La paciente y coherente diplomacia rusa ha triunfado sobre la hipocresía occidental. Reducidos a la desesperación, los líderes de la OTAN finalmente han optado por acercamiento con Moscú en la cumbre del G-20, escribe el periodista y locutor Bryan MacDonald.
La propaganda antirrusa lanzada por Occidente en 2011 al hacerse públicos los planes de Vladímir Putin de volver a la Presidencia de Rusia se intensificó con los conflictos en Siria y Ucrania apoyada por una guerra mediática desatada por medios occidentales.
"A mediados de 2014, la atmósfera era tóxica. Los medios occidentales leales al poder describían a Putin como alguien entre Adolf Hitler y Idi Amin", señala el periodista.
No cabe duda de que los locos yihadistas han sido los principales ganadores de las divisiones anteriores entre Moscú y Occidente
Ante estos ataques, Rusia mantenía su dignidad. Mientras Barack Obama se burlaba abiertamente de Rusia, Putin seguía refiriéndose a EE.UU. y sus aliados como "socios", recuerda MacDonald.
Al complicarse la campaña estadounidense contra el Gobierno de Siria y el Estado Islámico (EI), Putin subió la apuesta este otoño boreal con el lanzamiento de ataques aéreos rusos contra el EI.
"Las tácticas de Washington habían sido bipolares: atacar al mismo tiempo tanto al EI como a la única fuerza capaz de derrotarlo en combate. El enfoque del Kremlin ha sido coherente", subraya MacDonald.
Al principio, la máquina mediática occidental continuó su campaña antirusa. "El cómic neoconservador estadounidense, 'The Daily Beast', incluso declaró que 'Putin está proporcionando una fuerza aérea al EI'", recalca.
Cambio dramático de posturas
Luego todo cambió de repente. Un avión de pasajeros ruso fue destruido por una bomba del EI, causando la muerte a 224 personas inocentes.
"Después del ataque en el Sinaí, la narrativa antirrusa de los medios occidentales colapsó. La mayoría de los lectores no son estúpidos", asevera MacDonald.
Tras la masacre registrada en París el viernes pasado el presidente francés, François Hollande se refirió finalmente a la necesidad de que Rusia y Occidente se unan para destruir al EI.
Paradójicamente ello es exactamente lo que Putin propuso en septiembre pasado en la reunión de Valdái en Sochi. Una unión similar a la coalición anti-Hitler para eliminar a los terroristas.
En la cumbre del G-20 en Australia el año pasado, los líderes occidentales trataron de convertir a Putin en un paria. Este año el ambiente ha sido diferente. Barack Obama mantuvo un encuentro con el líder ruso en la noche del domingo. Al día siguiente, los dos fueron fotografiados mientras se contaban un chiste.
Además, Putin llegó a admitir que Londres había estado compartiendo inteligencia con Rusia a raíz del atentado en el Sinaí.
Por su parte, el presidente ruso no aceptó simplemente el cambio de postura de los líderes occidentales sino que acentuó que la "vida siempre evoluciona, dándonos lecciones" y llamó a aunar fuerzas contra el terrorismo.
Enemigo común
"No cabe duda de que los locos yihadistas han sido los principales ganadores de las divisiones anteriores entre Moscú y Occidente", señala el periodista.
Los dos superpoderes cristianos se han enfrentado, sostiene, por un Estado semifracasado en las fronteras de Europa (Ucrania), mientras que el verdadero ememigo se desata en Oriente Medio y amenaza a los acuerdos de Schengen y el proyecto europeo.
"Desde San Diego a Vladivostok y Lisboa a Sochi nos enfrentamos a un enemigo común que potencialmente puede destruir nuestra forma de vida. Un enemigo que ve a todos con desprecio igual y no diferencia entre el oriente y occidente. Rusia y los países de la OTAN están descubriendo ahora que hay más cosas que les unen que las que les dividen. El verdadero peligro es el EI. Todo lo demás es un espectáculo dentro de un acto secundario".
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