La corteza terrestre del estado más poblado de EE.UU., California, es atravesada con una profunda grieta que separa dos placas tectónicas. Según los científicos, la región más prospera de América del Norte podría quebrarse en dos partes debido al aceleramiento de este proceso, impulsado por el cambio climático. Las consecuencias para la población de la zona podrían ser desastrosas.
El cambio climático ha provocado la aceleración del movimiento de la placa Norteamericana y la del Pacífico, lo que aumenta la actividad sísmica en el área de la falla geológica de San Andrés. Esta grieta gigante de 1.286 kilómetros, famosa por causar grandes y devastadores terremotos, atraviesa el estado norteamericano de California de norte a sur y causa una gran preocupación entre los expertos en sismología, publica la cadena televisiva rusa Vesti.
Los sismólogos norteamericanos últimamente han centrado su atención y preocupación en el área sur de la falla, unos 160 kilómetros que atraviesan Palm Springs, en el sur de California, y potencialmente amenazan a las ciudades San Diego y Los Ángeles. Sin embargo, existen zonas menos pobladas situadas aún más cerca de la falla de San Andrés.
"Si tuviéramos miedo no disfrutaríamos de la vida", dice John Massel, residente de un pueblo situado a solo 100 metros de la falla. "Pero sí, siempre tenemos preparados un botiquín, zapatos y ropa de recambio", contó. Su familia compró recientemente una gran casa en una zona peligrosa, ya que costaba la mitad de lo que vale de media una casa en cualquier otra parte del estado.
Según la cadena rusa, la placa tectónica en la que está situada California se mueve a una velocidad de 49 milímetros al año. El ayuntamiento de Los Ángeles ya se ha desplazado 5,5 metros del lugar donde fue construido en 1928. Si nada cambia en la dinámica de reemplazamiento de placas tectónicas en Norteamérica, dentro de dos millones y medio de años el estado de California estará situado en el lugar que actualmente ocupa Alaska.
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